Cuando Gabriel Kassis cursaba en la facultad en 1977, en plena dictadura militar, fue sancionado con la prohibición de estudiar y poder reingresar a cualquier universidad pública o privada del país durante diez años por no acatar al pie de la letra lo que los militares pensaban que era el orden público y nacional. Como en China, donde la palabra “crisis” se escribe con los caracteres de “peligro” y “oportunidad”, esta injusticia lo empujó al mundo comercial. Realizó cursos, se capacitó y con el tiempo viajó por el mundo para continuar formándose.
Es presidente de Vertrans S.A. en Retiro y de Ceviara SRL, en Avellaneda. También es socio hace más de 20 años de Hugo Martín en la empresa Control, con quien lidera los talleres de revisión técnica en Neuquén. Es Director Ejecutivo Nacional de ISPREVI (Instituto Superior de Prevención Vial) y supo ocupar la presidencia de la Cámara Argentina de Talleres de Revisión de Autotransporte Interjurisdiccional (CATRAI) durante una década.
Su curiosidad lo llevó a incursionar en diversas actividades hasta que, en 1992, se sumergió de lleno en la revisión técnica. Aunque ya tenía conocimiento de la industria automotriz porque se dedicaba – y lo sigue haciendo hasta el día de hoy – a la fabricación de elementos de seguridad vial.
“Fui a la UTN, hablé con amigos y tomamos la decisión de abrir uno de los primeros talleres del país. Nos anotamos en un registro aquellos que íbamos a invertir y asumimos el riesgo. Así nació Ceviara, en French 358″, explicó Kassis, sobre el surgimiento de este taller de inspección que mantiene sus puertas abiertas 28 años después de su creación. Mencionó que al principio los vehículos no acudían a la planta y la fiscalización prácticamente no existía por parte del Estado, sólo se invitaba a que los vehículos fueran a hacer la revisión. “A dos años de la Resolución 417/92 de la Secretaría de Transporte, que dio origen a toda esta rama de talleres, la situación mejoró con la Ley 24.449 y su decreto reglamentario. Ahí se logró más fuerza y creció la rama de talleres a lo largo del país”, agregó.
– ¿Cómo observa la evolución del equipamiento para la revisión técnica?
-El equipamiento en ese momento era todo importado, salvo algunas cosas menores que se hacían en el país, aunque con mucho desconocimiento y buena voluntad en función de cumplir la normativa. El hecho de tener que acudir a elementos importados se sintió porque se tornó problemático conseguir los repuestos, al igual que poder que poder reponer los equipos. Al principio no existía ni el detector de holguras, los técnicos utilizaban una barreta que sabían dónde colocarla y movían, por ejemplo, el tren delantero o trasero en busca de alguna holgura. Con el tiempo llegó el detector de holguras que dio la facilidad de automatizar ese accionar de poder mover al vehículo para ver cómo se comportaba. Fue pasando el tiempo, aparecieron distintas marcas del exterior y surgieron algunos actores nacionales. Uno de estos se destacó fundamentalmente por invertir continuamente, se trata de Control Vehicular Argentino. No tengo prurito en decirlo ni en repetirlo, cuando se habla de revisión técnica en Argentina CVA ha sido pionera y ha tenido una línea de conducta que trazó desde siempre en función de lograr un equipo que no tuviera ninguna diferencia y que incluso pudiera superar en muchos aspectos a lo que se importaba. Incluso su ascendencia sería aún mayor si se respetara la Ley de Compre Argentino (Ley 27.437).
– La Resolución 101/2019, que focaliza sobre la necesidad de actualizar el equipamiento y los procedimientos seguidos en las revisiones técnicas obligatorias, esté frenada por un amparo judicial. ¿Qué opina al respecto?
– Cuando algo viene a aclarar y a mejorar no pasa lo que ocurrió con la 101. Si está frenada es producto de que, evidentemente, faltó algo. Y lo que no hubo fue una mesa de concertación para que los actores tuvieran plena seguridad de que esto no iba a ser, una vez más, una caza de brujas. Pienso que no toda la normativa está mal, hay aspectos que están bien y otros que podrían mejorarse. Lo que más rispidez causó fue el tema de la apertura indiscriminada de talleres. Si hace falta un taller puntual hay un organismo como la CENT que tiene la obligación de hacer un estudio para ver si los vehículos están teniendo que trasladarse mucho para asistir a una revisión. A la vez, el crecimiento del parque automotor podría ameritar nuevos talleres. Pero primero, obviamente, debería hacerse un estudio de la capacidad ociosa de los talleres actuales. Muchos nuevos actores pueden verse seducidos por lo económico, pero mucho menos por la calidad de una revisión técnica acorde a lo que merece ser. Por lo mencionado, este punto nos pareció crítico y nos llevó por todos los medios a que no se siguiera adelante con esta modificación.
– ¿Qué otro punto considera controversial?
– La automatización. El punto que tiene a favor, lo tiene en contra en cuanto a quién lo ejerce. Un amigo ingeniero que ya no está me dijo una vez algo muy elocuente: “Nosotros somos para la revisión técnica lo que un médico es para un paciente”. En el primer manual que sacó la CENT quedó clarísimo que los guarismos para controlar a los vehículos que pasaban por las máquinas eran indicativos y de referencia. El final de la historia, si el vehículo está aprobado o no, está en manos del ingeniero. Sin embargo, con el tiempo, la situación fue cambiando y los guarismos pasaron a tener que ser respetados a rajatabla y eso trajo una distorsión. Sí considero que la conectividad es fundamental. Pero si la vamos a usar para salir a “cachiporrear” a los ingenieros preguntándoles por qué con ciertos valores inferiores a los indicativos aprobaron un vehículo nos estamos equivocando. El valor no es firme, sino indicativo, de referencia para los ingenieros. La conectividad es importante para brindar información y sacar un montón de conclusiones y estadísticas que hoy no tenemos. Eso nos ayudaría a mejorar a los talleres, a la autoridad y a los cursos de capacitación. No queremos sea un “pasa o no pasa” y lo usen para castigar a los talleres. Ese es el quid de la cuestión por el que los talleres se oponen en su mayoría a registrar sin que estén claras las reglas. Si las autoridades definen hacia dónde vamos con la conectividad, que tanta utilidad nos traería, podría ponerse en práctica.
– A partir de su experiencia en el sector, ¿cuál considera que es el camino para ayudar a mejorar la seguridad vial?
-La revisión técnica es sólo una pata de la mesa de la seguridad vial. Lo primero que me parece que hay que hacer es un plan nacional de bacheo, más allá de lo complicada que está la situación en el país. Eso sería favorable para que los vehículos se rompieran un poco menos. En segundo lugar, el tema de la señalización. No solamente de las rutas sino también de las calles. También la iluminación en algunos sectores. A la vez, sería positivo que desde el Estado se pudiera convocar a todas las empresas nacionales que producen equipos de revisión técnica e hicieran una evaluación de cada una. Que no la saquen del mercado si son chicas, pero que le den la proporción que tienen en un acuerdo que se podría impulsar. Otra buena iniciativa sería impulsar una línea de revisión técnica única. Eso les daría a las autoridades la tranquilidad de contar con un desarrollo realizado en la República Argentina y haría que todos tuvieran el mismo equipamiento. Desde mi opinión, CVA debe liderar este tema a partir de su trayectoria. Armar un plan, una mesa de diálogo y programar cuál es el equipo que todos los talleres van a tener de acá a, por ejemplo, los próximos cinco años. Ya hay equipamiento homologado, como el de CVA, para utilizar como referencia. Esa podría ser una salida exitosa para avanzar con un plan nacional de equipamiento para los talleres de revisión técnica.
– Ayudó a Control Vehicular Argentino en momentos no tan promisorios de la empresa. ¿Por qué?
– Se dio naturalmente porque estaba convencido de que quien dirige la empresa comparte mis valores y premisas, más allá del grado de locura y pasión que también podemos compartir. Con Tino (Constantino Abella Roigt) hemos discutido muchas veces y de distintos temas, pero siempre rescatamos los caminos que ambos elegimos: uno, el de hacer una revisión técnica cada día mejor; el otro, el de tener un equipamiento para no tener que salir a buscar al exterior lo que podemos desarrollar en nuestro país. Fue una apuesta que pensé que debía hacerse, teniendo en cuenta que una empresa nacional estaba preocupada en ser cada vez mejor en un país difícil y en el que no siempre estuvo el apoyo de las autoridades, como sí ocurre hoy.
– Para cerrar, ¿quisiera aportar una reflexión final?
-Felicitar a CVA porque no baja los brazos. Sea el momento que sea del país. Creo en lo que están haciendo. Fui invitado a la fábrica en varias ocasiones y cada vez que voy veo una herramienta nueva y con esto me refiero a equipos que no se compran todos los días y que hay que trabajar muchísimo para poder adquirirlos. En definitiva, eso es lo que me anima a decir que con esta empresa vamos a encontrar el camino que estamos buscando. A la vez, tenemos que colaborar para que las empresas nacionales tengan y puedan dar un mantenimiento acorde. No hay ninguna posibilidad de CVA o cualquier otra firma, se llame como se llame, pueda brindar un servicio de postventa si los talleres no tenemos un compromiso serio con ésta. Sino la estamos obligando a que tenga personas ociosas para cuando la llamemos. Hay que armar un programa serio de mantenimiento y cumplirlo.