Mediante la Resolución 417, la ex Secretaría de Transporte de la Nación aprobó el Reglamento para la Inspección Técnica de Vehículos de Transporte de Pasajeros y Cargas de Jurisdicción Nacional, el 28 de septiembre de 1992. Así surgió también el Registro Nacional de Talleres de Inspección Técnica de Vehículos de Pasajeros y de Cargas, administrado por la Consultora Ejecutiva Nacional de Transporte (CENT).
La CENT controla y administra el sistema de Revisión Técnica Obligatoria (RTO) que determina si un vehículo cuenta con las condiciones mínimas que garanticen su propia seguridad, la de quienes transporta en el vehículo y la de los usuarios de la vía pública. Está integrado por 112 talleres privados distribuidos en todo el país.
Está enmarcada en la Ley de Tránsito N°24449, sancionada en 1994. En su artículo 34 determina que los vehículos automotores, acoplados y semirremolques destinados a circular por la vía pública quedan sujetos a una RTO periódica a fin de determinar el estado de funcionamiento de las piezas y sistemas que hacen a su seguridad y a la emisión de contaminantes.
Como muchas veces sucede en nuestro país, lamentablemente, la ley se transforma en letra muerta en múltiples ocasiones. Traemos a colación una de éstas:
El domingo 25 de junio de 2017 un ómnibus volcó en la ruta 144 en el departamento de San Rafael cobrándose la vida de 15 personas y dejando heridas a otras 23. La prensa lo definió como “la tragedia de Mendoza”.
Al poco tiempo la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) informó que el micro no estaba habilitado. Su permiso había sido dado de baja seis meses antes del accidente. Este trágico ejemplo, tal vez de mayor notoriedad que otros porque la mayoría de sus víctimas fueron menores de edad, volvió a poner en primer plano los peligros de las habilitaciones adulteradas y la falta de controles exhaustivos.
En busca de cambiar este escenario por uno más confiable, el Gobierno Nacional – a través del Ministerio de Transporte – sancionó la Resolución 101, en 2019. Entre sus consideraciones, aclara que “resulta imperioso actualizar los procedimientos seguidos en las revisiones técnicas obligatorias de acuerdo a los mejores estándares y criterios aplicables a la actividad, como así también en las especificaciones técnicas que deben reunir las instalaciones y el equipamiento de los talleres que aseguren la excelencia y transparencia de la actividad”.
También explica que los talleres deberán aggiornarse a las nuevas tecnologías. “Se torna necesario actualizar la red de talleres a fin de tornarla más eficiente y eficaz”, agrega, al tiempo que establece “un plazo razonable para que puedan readecuar su infraestructura y equipamiento a las nuevas condiciones que se propician”.
Es en este contexto en el que CVA, empresa argentina fabricante de equipos para el diagnóstico automotriz y VTV, cobra protagonismo a partir de sus 25 años de trayectoria y la tecnología de punta que utiliza.
Nuestra compañía ya goza de los beneficios de la Industria 4.0, una realidad que aún parece ajena para muchos talleres. Este nuevo paradigma tiene a la inteligencia artificial como eje central y a la conectividad entre sistemas y dispositivos digitales como uno de sus principales beneficios. Así será la VTV del futuro.
Esta cuarta revolución industrial que atravesamos tiene a la IoT (Internet of things/Internet de las cosas) como protagonista. En el caso del diagnóstico vehicular la conectividad llega para dar múltiples respuestas y ayudas en la prevención de accidentes viales a partir de la posibilidad de realizar revisiones técnicas de las máquinas a distancia. Esto permitiría, por ejemplo, alertas tempranas de mal funcionamiento. También la posibilidad de tener asistencia técnica a la distancia.
Ahora bien, la transmisión de datos vía Internet, el análisis pormenorizado del estado de los equipos, aportará una caudal importante de información que dejará en evidencia a los equipos descalibrados, a los que no hayan sido actualizados y a los que directamente estén obsoletos.
Toda la información estará al alcance de los entes de control gubernamental puesto que, como detalla la Resolución 101, “(…) es responsabilidad del Estado garantizar la seguridad activa y pasiva en los servicios de transporte por automotor de pasajeros y cargas en toda su jurisdicción”.
La capacidad innovadora de CVA, emprendimiento nacional surgido en 1995 de la mano de Constantino Abella Roigt, ya le permitió adecuarse a los estándares y exigencias internacionales que en su momento exhibieron los operadores internacionales – como el Grupo suizo SGS – al momento de la licitación pública nacional e internacional para la prestación del servicio de Verificación Técnica Vehicular obligatoria desarrollado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 2012.
También le posibilitó constituirse en una empresa exportadora de hardware y software a 27 países, disponer de tres patentes de invención IMPI derivadas de sus creaciones y contar con un departamento de desarrollo permanente.
Queremos ser su puente al futuro, el intermediario que necesita para adecuarse a las nuevas normativas. Renovarse será una inversión beneficiosa para todos y un aporte de valía a la seguridad vial.